Inversora británica construye un imperio en la Costa del Sol: radiografía de un fenómeno cada vez más común
07/08/2025 - ⏱️ 2 min
La historia de Liv Conlon, una empresaria británica de 29 años con un perfil mediático creciente, resume como pocas el atractivo del mercado inmobiliario español para los inversores extranjeros. Desde su base en Marbella, Conlon gestiona una red de propiedades valoradas en más de un millón de euros y genera más de 137.000 euros anuales en ingresos a través del alquiler vacacional. Su caso no es una excepción aislada, sino una señal más del creciente protagonismo de los compradores no residentes en la reconfiguración del real estate residencial español.
Su testimonio, recogido esta semana por The Sun y reproducido en medios como The Huffington Post España (5 de agosto de 2025), ilustra un patrón que se repite en numerosas zonas costeras: compradores con liquidez y visión de negocio que aprovechan la flexibilidad del mercado español, la alta rentabilidad del alquiler turístico y la posibilidad de consolidar patrimonio a largo plazo, a menudo sin hipoteca.
Una rentabilidad que justifica la apuesta
Conlon afirma haber logrado una rentabilidad neta del 13,7 % anual con su cartera actual, gracias a una combinación de buena ubicación, gestión directa del canal de reservas y optimización de costes operativos. Su actividad se concentra principalmente en la Costa del Sol, donde la demanda turística internacional —especialmente británica, alemana y escandinava— sigue siendo muy elevada incluso en temporada baja.
“España me permite generar ingresos pasivos con una mínima intervención directa. Las plataformas de alquiler me dan visibilidad global y el sistema fiscal es mucho más predecible que el británico”, declaró en entrevista reciente. Añade que ha comprado propiedades sin necesidad de financiación bancaria, y que su intención es seguir adquiriendo inmuebles en zonas como Málaga, Estepona o Benalmádena.
La clave de su estrategia, como la de muchos otros inversores internacionales, es el aprovechamiento del diferencial entre el coste de adquisición y el ingreso medio por noche en temporada alta. En algunas ubicaciones andaluzas, el precio medio de alquiler turístico supera los 150 euros por noche, con tasas de ocupación cercanas al 85 % en los meses de verano.
Un perfil de comprador cada vez más frecuente
Según datos del Colegio de Registradores de España, los compradores extranjeros representaron el 14,6 % de todas las operaciones de compraventa en 2024, una proporción que se mantiene estable en 2025 y que se dispara en zonas concretas. En provincias como Alicante, Málaga, Santa Cruz de Tenerife o Baleares, los no residentes llegaron a suponer más del 40 % de las operaciones durante el primer semestre del año.
Este fenómeno ha llevado a un cambio profundo en el mercado. Mientras que los compradores nacionales se ven cada vez más limitados por el encarecimiento de la financiación y la caída del poder adquisitivo, los inversores extranjeros operan con capital propio, adquieren inmuebles en efectivo y generan ingresos desde el primer mes mediante alquiler turístico o temporal.
El resultado es una creciente presión sobre los precios en determinados enclaves, sobre todo en el litoral. En municipios como Marbella, Fuengirola o Nerja, el precio del metro cuadrado ha subido más de un 20 % interanual, según datos de Idealista y Fotocasa, con una tendencia claramente influenciada por la demanda foránea.
Debate social y político: ¿riesgo de colonización inmobiliaria?
Este fenómeno no ha pasado desapercibido en el debate público. Mientras que organismos como Spain-Holiday o HomeToGo celebran la profesionalización del alquiler turístico y su contribución a la economía local, asociaciones vecinales y plataformas por la vivienda denuncian una “colonización inmobiliaria” que expulsa a los residentes permanentes y transforma barrios enteros en zonas de paso.
En este contexto, el Gobierno español estudia reformas legislativas que podrían limitar nuevas compras de vivienda por parte de no comunitarios en determinadas zonas tensionadas. Aunque aún no se ha concretado ninguna norma a nivel nacional, comunidades como Baleares, Canarias o Valencia ya han implementado restricciones parciales o requisitos adicionales para este tipo de operaciones.
Los defensores de la inversión internacional, por su parte, argumentan que los compradores como Liv Conlon dinamizan la economía local, generan empleo indirecto (limpieza, mantenimiento, administración) y aumentan la recaudación vía impuestos turísticos y transmisiones patrimoniales.
Perspectivas: ¿continuidad o regulación?
De momento, la tendencia es ascendente. Las proyecciones del sector estiman que en 2025 se superarán las 80.000 viviendas adquiridas por extranjeros, consolidando un patrón de crecimiento estructural que se inició tras la pandemia. La combinación de clima, coste de vida relativamente bajo, legislación flexible y demanda turística constante sitúa a España entre los destinos preferidos del inversor inmobiliario internacional.
No obstante, expertos advierten de la necesidad de equilibrar los intereses del capital extranjero con el acceso a la vivienda de los residentes locales. “No se trata de cerrar el mercado, sino de poner reglas claras que preserven la cohesión social y territorial”, advertía esta semana el urbanista José Manuel Calvo en Cadena SER.
Sea cual sea el desenlace normativo, casos como el de Liv Conlon ilustran el presente —y quizás también el futuro— del mercado residencial español: globalizado, orientado al rendimiento y profundamente transformado por las decisiones de actores que, hasta hace pocos años, solo veían a España como destino turístico, no como un activo de inversión.
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Este artículo jamás puede interpretarse como consejo de inversión.